Reduce las emisiones de dióxido de carbono, que es el principal gas de efecto invernadero responsable del cambio climático.
Evita la afectación a los ríos, pues dada la alta toxicidad del zinc, un neumático en el agua es sumamente nocivo para la fauna acuática.
Evita el desarrollo de incendios incontrolados por la acumulación de estos materiales en lotes desatendidos.
Evita la reproducción y presencia de mosquitos portadores de enfermedades como el Dengue, Chikungunya y Zika, a consecuencia del estancamiento de las aguas. También se evita la concentración de animales roedores.
Reduce el deterioro del entorno y el paisaje.
Evita la contaminación de las fuentes de agua. La quema de neumáticos en las orillas de un río genera: residuos aceitosos que contaminan las aguas, excediendo los valores máximos de metales establecidos por la normativa ambiental para los diferentes destinos del agua (uso humano, doméstico; agrícola, pecuario y recreativo).
Evita problemas de salud ya que las llantas tienen plomo, acero y cadmio, que son dañinos a la salud humana y la quema de las mismas emite al aire contaminantes que atacan al sistema respiratorio, dando lugar a la aparición inmediata o progresiva de enfermedades bronco-respiratorias, asma, e incluso cáncer; afecciones a la piel, afecciones cardíacas, y los ojos.